Si, ahí estaba yo, de pie, una pieza frágil en un paraíso tan perfecto y ese maldito ejemplar de inestabilidad acechando en el cielo. Por otra parte, estabas tú, tan bien fijado al suelo, maniobrando con un celular por el intento de una fotografía por lo menos decente, uno, dos, tres intentos y nada, era imposible extraer tanta perfección con tal tecnología, una cámara humana pensaba y me remonté en el tiempo en aquel comercial en discovery channel, ese hombre con autismo y su maravillosa habilidad, cuan envidiable me resulta... En fin, decidimos seguir caminando, sin dejar de admirar la variabilidad de horizontes, rosados, anaranjados, claro/obscuros, púrpuras, y sobre todo, el gris y compañía.
Gente pasando, sin prestar atención, como haciendo aquel desfile de contrastes algo tan normal, la chica y su novio o eso parece, la señora con sus hijos, el señor de la silla, el mismo de todos los días, casas que de tan tranquilas hacen creer que fuesen deshabitadas de tiempo atrás.
Una cámara con vista panorámica, pensé era la solución, mientras tú y yo, seguimos caminando...
G.
